Davidoff Brazil, elegante, rico y armonioso

El nombre Davidoff es pura sugestión. Aún recuerdo el día en que Nieves Herrero (quién te ha visto y quién te ve) entrevistó a Zino, en un tiempo en que los grandes hombres no eran apartados por fumadores. En aquella ocasión dijo una frase tan hermosa como exacta: “fumar es besar a una mujer”. Fumar, en efecto, es sensualidad y respeto, pasión e inteligencia, y pocos como aquel viejo sabio encarnarán para siempre tal actitud.
En su interior, tabaco oscuro, de color azabache y brillos azulados, más algunas hebras ocres, de corte impreciso, y un olor de azúcar, profundo y embriagador, acompañado de licor de guindas: black Cavendish en estado puro, escoltado por hojas de Virginia y un leve aporte de tabaco brasileño maduro. En el último momento reconozco toques frutales, frescos y animosos, quizás de piña.
“Davidoff Brazil: tabaco oscuro, de color azabache y brillos azulados, más algunas hebras ocres, de corte impreciso, y un olor de azúcar, profundo y embriagador, acompañado de licor de guindas.”
Es muy fácil de manipular; casi basta con acercar la cazoleta, dejar que el tabaco caiga en su interior y aplicar una presión mínima. La misma facilidad con que se deja encender; cuestión de educación. El corte irregular permite al humo circular con soltura y sorprender a la boca con un sabor dulce y vigoroso, de cuya profundidad, magnífica y acogedora, lo rescatan notas cítricas, pura seducción y frescura, complejas y vivificantes. Un humo realmente ligero, tan pleno de sensaciones como poco manifiesto en el ambiente.
El Davidoff Brazil es un tabaco dotado de una elegancia poco común, rico y armonioso, que reclama ganas de vivir, tiempo por delante, una cazoleta de buen tamaño y una cerveza ligera y abundante, o un buen trago de ginebra largo y frío, sin demasiado acompañamiento, a la salud de los grandes hombres que nos han enseñado a besar. Quiero decir, a fumar.